lunes

Capitulo 1

Era viernes por la tarde, no solía haber mucha gente por la tarde los viernes en el bar de Bill, mi madre está metida en la cocina preparando los aperitivos para poner en la barra.
Todo está tan tranquilo en la calle que podría oír a un piojo aterrizar en una almohada, lo sé, lo sé es una comparación un poco rara, pero ¿qué quieren?, estoy demasiado cansada para pensar en algo agudo para decir.
Estaba divagando en mis pensamientos, planeando lo que haría en el verano, ahora que los exámenes se habían terminado cuando Bill entra por la puerta, es un tipo agradable, alto, fuerte, ojos marrones, cabello negro... la clase de hombre que se cuida, pero era tan lindo, con mi mamá me refiero, sé que a él le interesa ella, pero la palurda no se quiere dar cuenta.
- ¿Qué hay Bill?-digo mientras saludo con la mano.
- Nada nuevo Annie- dice él revolviéndome el pelo.
- ¿Qué hay contigo, hombre? Sabes que odio que me digan Annie, además, ¿por qué me revuelves el cabello, crees que soy un perro?
- ¿Estás de mal humor?-dice echando una mirada a la cocina por encima de mi cabeza.
-Estoy aburrida-digo suspirando-. Deberías intentar un movimiento nuevo con mi mamá, ¿sabes?
Él me mira como si acabara de descubrir su secreto más oscuro y se sonroja. Al ver su expresión yo me echo a reír, pero me da tanta ternura...
- ¿Se nota tanto?-pregunta rascándose la nuca mientras contrae e lado izquierdo de su rostro.
- No tenemos cinco años, Bill- digo con una sonrisa mientras nos abarcaba a ambos con un movimiento de la mano.
- Tu madre parece que no lo nota...
- Ella está confundida, desde que mi papá murió no es la misma, tu lo sabes, sigue intentando, pero no presiones demasiado, ¿vale?
Bill asiente y se dirige a la cocina y cierra la puerta detrás de él, me muero por ir a escuchar pero no sería justo, ¿cierto?
Estoy pensando en ello, cuando escucho como alguien abre la puerta del local.
Él tenía el cabello castaño claro y, según se iba acercando iba cambiando y se le veían brillos rojizos e incluso rubios, sin duda maravillosamente apetecible. y sus ojos... sus ojos eran de un azul tal claro como el agua de los polos, fríos como el hielo pero ardientes como la lava, al mismo tiempo.
- Buenos días-digo con una sonrisa-¿que quiere de tomar?

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