- ¿Qué ha pasado?- le preguntó el híbrido a su hermana.
- No sé a qué te refieres.
- Elinor lleva huyendo de mi toda la tarde. ¿Qué ha pasado?
- MMM... Melena rubia, voz chillona, personalidad repelente...
Klaus palideció.
- ¿Qué sucedió exactamente?
- Insulto a Elinor. La llamó zorra, diciéndole que se casó por estar embarazada de ti.
- ¿Le dijo eso?- preguntó él incrédulo.
- Se leía entre lineas- contestó Rebecca como si fuera obvio.
- Elinor...
- Elinor la puso en su lugar. Menudo pisotón en el dedo gordo del pie- admiró la blonda-. Tiene un gran carácter escondido en ese dulce envoltorio que tanto te gusta mimar y cuidar. Por cierto... deberías empezar a verla con otros ojos...
- ¿ Qué quieres decir?
- Es tu esposa, no es una niña. Ya sabes... Vida conyugal. No quiero hablar de esto contigo, Klaus- dijo amargamente.
- Lo mismo digo- contestó con cara de asco mientras salía del salón.
Deambuló por la casa hasta que sintió el aroma de Elinor.
El olor a arándanos del jabón con el que se había duchado esa mañana venía de uno de los trasteros de la mansión. Específicamente del que el usaba para guardar sus "no-bien-adquiridas" cosas coleccionables.
Con sumo cuidado entró en la estancia sin hacer ruido y la vio estudiando un espejo de oro y plata con pequeñas joyas incrustadas.
- Rebecca me lo ha contado.
Elinor pegó un brinco por el susto y se dió la vuelta con temor.
- Perdóname- dijo él acercándose y acariciándole la mejilla derecha.
- ¿Qué te ha contado?- dijo en un susurro.
- Todo.
Elinor se estremeció y se sonrojó.
- Elinor... Te quiero- dijo alzándole el mentón para que le mirara a los ojos-. Eres la única capaz de robarme el corazón con una mirada. La única que me hace desear ser bueno.
- Ella dijo algo que...
- El sexo- concluyó él.
Ella escondió la cabeza en el pecho masculino y soltó un suspiro.
- No te avergüences. Ni por hablar de esto conmigo, ni por ninguna otra cosa- dijo abrazándola-. Habla conmigo. No podré hacerte feliz si no me dices lo que quieres, lo que necesitas.
- Es que... No lo sé- dijo ella avergonzada-. Sé que debería estar contigo pero tú no haces nada y no sé qué hacer.
- No se trata de lo que deberías hacer. Nunca te obligaré a nada. Esperé por tí todo este tiempo, no me importa esperar unos cuantos día más.
- ¿Cuánto tiempo fue?- preguntó ella después de unos segundos de silencio.
- Un solo día sin tí ya es demasiado.
- No creas que me has engañado -dice dice ella abrazándolo-. Pero te dejaré tranquilo por hoy si me abrazas muy fuerte y me dices cuánto me quieres otra vez.
Él la abrazó con fuerza y le besó la coronilla.
- Gracias por no preguntar. Y... No te quiero. Te amo más que a mi vida.
Se separaron y él sonrió de nuevo.
- Vamos a dar una vuelta. Los jardines son preciosos.
Ella sonrió y su colgó de su brazo dando brincos.
- Mañana me acompañarás a clase.
- Sus deseos son órdenes.
En la casa Salvatore, después de la "cena", Damon apuró un vaso de Wishki.
- La insultante. No sé te ocurrió otra cosa que insultarla.
- ¿A demás que fue eso del embarazo?
- Vamos- dijo la rubia levantando las manos al cielo-. Nadie se casa tan joven si no está preñada.
- Klaus es un vampiro. No puede tener pequeños mini-klaus. Gracias a Dios.- concluyó Damon.
- Pues le habrá puesto los cuernos.
- Si hay una cosa en este mundo que ese hijo de puta no es, es gilipollas. No le toma el pelo cualquiera, mucho menos una adolescente, por muy buena que esté.
- Va a venir a rompernos la cara- dice Steffan deprimido-. Lo sé.
- Mi esposa me convenció de no hacerlo- dijo el susodicho desde la puerta para después entrar elegantemente.
Damon se interpuso entre él y Elena mientras su hermano se levantaba del sillón y se acercaba.
- Klaus...- empezó el menor.
- Lo voy a decir por última vez. Mi mujer queda fuera de vuestras maquinaciones. No quiero que la miréis. Ni que la molestéis. Ni que le habléis. Si se os ocurre volver, siquiera, a suspirar en su dirección... Bueno, digamos que aún no habéis visto lo peor de mí.
El híbrido iba a darse la vuelta cuando Caroline dio un paso adelante.
- Yo voy a hacer lo que me de la gana, Klaus. No eres nada mío para ordenarme cosas. Ya no. Y si nos haces algo, le diré que la engañaste conmigo,te lo juro.
Klaus inspiró hondo y miró a la vampiresa a los ojos mientras se acercaba lentamente.
Antes de que nadie pudiera hacer nada, la agarró por el pelo y tiró asta que sus miradas se conectaron y la mujer gritó de dolor.
- Te tengo aprecio, Caroline, aunque no lo parezca. Si no fuera así no estarías viva hoy, pero no me pongas a prueba, porque perderás- dijo con la voz llena de ira y un semblante que aterrorizaba al más valiente.
El híbrido caminó hacia la puerta y antes de salir miró sobre su hombro.
- Steffan, por alguna razón le agradas a mi mujer. Quiere ser tu amiga. Confío en que sabrás tratarla con el respeto que se merece.
Antes de que nadie pudiera contestar, Klaus desapareció y a los cinco minutos estaba entrando en el cuarto que compartía con su esposa con el pantalón del pijama puesto.
Se metió en la cama con cuidado de no despertarla y Elinor se removió dormida buscando el calor de su cuerpo.
Tras soltar un leve gemido, la muchacha se frotó los ojos.
- ¿Dónde estabas?- preguntó casi dormida mientras le abrazaba y ponía la cabeza sobre su pecho.
- Arreglando unos asuntos- aclaró acariciándole el pelo-. Mañana te llevaré a clase. Descansa, mi amor- dijo tras darle un suave beso en la frente.
Ella se acomodó en el hueco de su brazo y acomodó la cabeza en los pectorales masculinos.
Después de unos cuantos suspiros de placer, provocados por las reconfortantes caricias que le daba su marido en la cabeza, la espalda y los brazos, se quedó dormida.