Ya en la casa Salvatore, Steffan entró con un Alaric inconsciente a rastras.
- ¿Qué ha pasado?-preguntó Elena preocupada.
- ¡Que casi me come el lobo!- gritó el Salvatore menor.
Todos le miraron con preocupación y desconcierto como si se hubiera vuelto loco.
- ¿Qué?- preguntó Damon haciendo una mueca de disgusto e incomprensión.
- Klaus casi me come de un bocado. No me vuelvo a acercar a su mujer. Sabe que tramamos algo, Damon.
- Yo puedo acercarme a ella. Me acaba de invitar a su casa a tomar el té- dijo Caroline mostrándoles el mensaje de Elijah.
- Te va a invitar a tomar el té- repite Elena como una idiota.
- Sí, a ti también. Quiere conocer a las participantes del concurso Miss Mystic.
- ¿Por qué?- preguntó nerviosa Bonnie-. Es más, ¿por qué quiere participar?
- La alcaldesa.
Todos asintieron con comprensión, pero en su fuero interno, la rubia no paraba de acuchilla a su ex-futura-suegra.
- Elinor, cariño- la llamó Klaus- ¿Te sientes mejor?
Elinor solo asintió. Sentía que si intentaba hablar, no podría.
- ¿Te duele algo? Háblame, amor.
- A-agua- susurró ella.
Klaus cogió inmediatamente el vaso de agua que había traído para ella y la ayudó a beber.
Cuando volvió a mirarla ella tenía los ojos llenos de lágrimas a punto de derramarse.
- Eli, cielo, no llores...
- ¿Qué me pasa?
- Es algo normal- interrumpió la médico-. Forma parte del proceso de recuperación. Tu cuerpo aún está tratando de adecuarse al nuevo ritmo de vida, llevas muchos añ-...
- Silencio- ordenó Klaus-. Si está bien, déjala descansar.
Klaus cogió a Noelia del brazo y la arrastró fuera de la habitación.
- Pensé que había quedado claro que no quiero que ella sepa nada. ¿Necesitas un recordatorio?- amenazó.
- Se va a acabar enterando. Es mejor que se lo digas tú.
Él no contestó y volvió a entrar en la habitación dejando a la médico"sola".
- Debes ser muy idiota- canturreó una voz femenina.
- Y ¿Tú quién eres?
- Soy Amanda. Este es mi verdadero aspecto. Me cansé de los disfraces. Como sea, no hagas lo que estás pensando. Me caíste bien y le convencí para que te trajera. Pero no toleraré que pongas la vida de esa chica en peligro- la amenazó.
- Entonces deberías alejarla de él- espetó.
Ya está. La duda ya está ahí.
Mientras tanto, alguien observaba en el fondo del pasillo, desde las sombras, con una sonrisa perversa en el rostro.
- Brujita, brujita- canturreó.
La mañana llegó y Elinor estaba recuperada. Insistió en levantarse e informarse de los cambios que había sufrido la sociedad y las costumbres. Su nueva maestra... Rebeca.
- Elinor- dijo Klaus-. Vuelve a la cama. Estás débil.
- Por favor, necesito saber "qué me he perdido". ¿Lo he dicho bien?- le pregunto a la blonda.
- Estupendo- la felicitó-. Jerga juvenil... Allá vamos.
- ¿Por qué?
- Quiero ganar el concurso. No me agrada la tal Caroline. Le mandé una invitación.... Bueno, se la mandó tu hermano Elijah, pero ese no el caso.
Klaus tragó saliva y esperó la respuesta de su esposa.
- ¡No me respondió! ¡Es una maleducada! ¡Ni la tal Elena!
Klaus miró de reojo a su hermano, prometiéndole una "agradable charla" en un futuro cercano.
- ¿Por qué te importa tanto el concurso?- preguntó llevándosela a la biblioteca.
- Me aburro aquí, Nik. Quiero salir a pasear contigo, conocer gente...
- Lo tendrás. Tendrás lo que desees, pero no quiero que te mezcles con Caroline y sus amigos. Prométeme lo.
- Dime la verdad, Nik. ¿Quién es esa mujer?
- No es nadie importante. Sé que hay muchas cosas que no entiendes ahora pero, por favor, confía en mí.
- Algún día me tendrás que explicar todo esto. Te esperaré, pero no tardes demasiado, por favor, Nik.
Él se quedó callado y la acercó a su cuerpo.
- Saldremos a pasear. Te llevaré a la plaza, a las tiendas... Te inscribirás en el instituto...
- ¿Qué es "instituto"?
- La escuela.
- ¿Podré ir a la escuela?- preguntó ella entusiasmada.
- Por supuesto. Así conseguirás tus añorados "logros académicos".
- ¡Gracias! Gracias Nick.
Él sonrió y la abrazó.
- Te quiero, Elinor. Con todo mi corazón. Nunca lo dudes.
- Yo también. Mi salvador. Mi príncipe valiente.
- ¿Cuándo dejaras de llamarme así?
- Solo cuando olvide aquel día, que será... Nunca.
Flashback
Elinor caminaba con sus damas de compañía por las calles de la ciudad. Acababan de salir de misa y la joven dama deseaba pasar un rato por el parque, después de todo, era un día tranquilo.
Pasaron los minutos y de pronto oyeron un gran estruendo.
Un caballo desbocado.
El animal iba directo a la pequeña y delicada muchacha, cuando el mozo que las acompañaba pudo reaccionar, el enloquecido semental estaba sobre la figura femenina que se había caído al suelo al intentar apartarse en el último momento.
La abría matado. Todos los allí presentes lo sabían. Aquella endeble y blanda muchacha no podía soportar siquiatra un golpe.
"Pobre niña enfermiza" había escuchado una vez a una de las amigas de su madre esa mañana
" Pobre Blanca, que tendrá que cuidar de ella el resto de su vida" respondió otra provocando la risa de todas.
"Quizás sea mejor así" pensó la jovencita de tan solo 14 años.
Elinor cerró los ojos y esperó un impacto que nunca llegó.
Cuando abrió los ojos, un hombre joven y apuesto retenía las riendas del caballo obligándolo a cambiar de dirección.
Era el hombre más fuerte que había visto en su vida, pero lo que en realidad la embelesó, fueron esos intensos ojos... ¿ Verdes? La verdad era que no tenía ni idea de qué color eran, pero eran tan profundos que podían ver a través de ti.
El caballero se volvió y le tendió la mano para ayudarla a levantarse.
- ¿Está bien, señorita?- preguntó con voz ronca.
Ella solo asintió, pero estaba temblando.
Estaba muerta de miedo. Si ese hombre no hubiera aparecido ahora no estaría viva. Tenía ganas de llorar e ir a casa para que su madre la consolara, pero también sabía que eso no pasaría jamás.
El hombre la acompañó hacia un banco apartado para que se sentase y permaneció de pie frente a ella, ocultándola de las miradas curiosos y entrometida de los demás.
- Puede llorar si lo desea- dijo el intentando consolarla, aunque no sabía por qué.
Por primera vez en su vida Klaus no sabía nada. No sabía qué lo había impulsado a venir a este pueblo. No sabía por qué había decidido pasear por el parque. No sabía por qué quiso seguirla en cuanto la vio salir de la iglesia. No sabía por qué había corrido a salvarla arriesgándose a exponerse a los lugareños. Y no sabía por qué diablos sentía la necesidad de consolarla.
Y no saber lo enfurecía.
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