martes

Prólogo

Estaba oscuro. En la habitación no se veía absolutamente nada, las ventanas estaban siempre cerradas, las cortinas, pesadas y gruesas no dejaban pasar la luz del sol. El aire viciado, era agrio y pesado.
La adolescente estaba sentada en la esquina de la cama, silenciosa y ausente.
- Hay veces en que creo que estás loca- dijo una voz dura desde la puerta.
El hombre, de unos cuarenta años se acercó a la muchacha. Se agachó y le tiró del pelo.
Ella continuó en silencio, pero por un instante, en sus ojos brilló el odio que sentía por ese ogro.
- Sé que me odias. Quizás más de lo que llegues a odiar a nadie en tu asquerosa vida. ¿Pero sabes que?- le susurró con una sonrisa- me da igual. Estás en mis manos. Por mi estás viva. Por mi, existes. Eres y serás solo lo que yo quiera que seas. Eso te debe llenar de rabia, ¿verdad, zorra?
Ella siguió en silencio. Él, al ver que no conseguía nada, abandonó la habitación.
Ella se quedó sola otra vez. Pero él no tardaría en venir a buscarla para ir a trabajar.
El sábado siempre había más hombres, incluso alguna que otra mujer. Esos que no se atrevían a hacer lo que deseaban fuera de los muros del tugurio de Ronnie.
El lugar podría ser un estercolero, pero sus clientes podían hacer lo que les diera la gana, siempre que pagarán.
Aquí, estaba indefensa, como los demás, supuso ella. Pero aunque pareciera egoísta había aprendido a solo preocuparse por lo suyo, a mirar a otro lado, a traicionar... A infligir dolor si fuera necesario.
Aunque la mayoría de las veces era a ella a quien lastimaban.
"Pronto" "Pronto todo se habrá acabado".

No hay comentarios:

Publicar un comentario