lunes

Capitulo 11

Elinor se desperezó en la amplia cama y se levantó para ir a ducharse.
Hoy su magnífico e insuperable marido la acompañaría a clase. Debía estar perfecta.
Tras prepararse y acicalarse, bajó a desayunar y cuando terminó, Klaus ya la esperaba con el coche en marcha.
- Vamos, cariño.
Ella sonrió y corrió a sentarse a su lado.
Tras 15 minutos, Klaus aparcó frente al edificio y fue a abrirle la puerta a su chica.
- ¿Por qué no me acompañas?- preguntó ella-. Quizás nos topamos con Steffan.
Él simplemente le rodeó los hombros con el brazo y la atrajo hacia sí.
Cuando entraron al edificio todo el mundo se giró a mirarlos.
- ¡Qué vergüenza!- dijo ella sonrojada- ¿Por qué nos miran todos?
- Porque eres preciosa.
Ella sonrió y lo arrastró hacia su taquilla.
Klaus forzó una sonrisa y no hizo caso de los comentarios tan desagradables que escuchó. Parecía que las ponzoñosas palabras de Caroline habían corrido como la pólvora.
Solo rezaba porque a nadie se le ocurriera meterse con Eli. Si no, no podría mantener su palabra a la alcaldesa.
Elinor no era completamente ajena a los chismorreos. No sabía exactamente lo que decían, pero veía a la gente murmurar cuando estaba cerca o cuando les daba la espalda.
- No les hagas caso- tranquilizó a su hombre.
- Creo que debería irme- le dijo para después darle un suave beso en los labios-. Te quiero.
Elinor se limitó a soltar un suspiro y decirle adiós con la mano.
El día pasó sin ningún altercado, de hecho no se encontró con su "archienemiga" Caroline en toda la mañana, pero inmediatamente se arrepintió de tal pensamiento.
Al final del pasillo estaba la rubia, mirándola fijamente.
- ¿Cómo te va la vida de casada?- preguntó tras acercarse.
- Bien- contestó seca.
- Quiero pedirte perdón. Me he comportado como una auténtica...
- Vale- interrumpió-. Yo también te pido disculpas. No fue correcto lo que hice. 
- ¿Qué tal está Klaus?
- Bien- contestó recelosa- ¿Por qué lo preguntas?
- Era simplemente curiosidad...
- Lo que sea que haya habido entre vosotros... se acabó con mi regreso- zanjó Elinor ya un poco enfadada por la hipocresía de la rubia.
- ¿Por qué crees que hubo algo?
- Porque no soy idiota. Veo como lo miras. Como me tratas, como me odias. Y yo no te conocía de nada.
- Aunque fuera así a mí no me eches la culpa. Supongo que no sabes como entret...
Elinor se cansó y la empujó por la puerta que tenían al lado.
Dentro del aula vacía, la castaña cuadró los hombros y levantó la barbilla.
- Yo llegué a su vida antes que tu- soltó la humana ya de los nervios.
- Y aún así, se fijó en mí-dijo la vampiresa con una sonrisa
- Y aún así, se casó conmigo. De hecho, vamos a renovar los votos, estás invitada.
Caroline se quedó muda mientras su adversaria se giraba para abrir la puerta.
- Otra cosa- dijo Elinor mirando sobre su hombro antes de girar el pomo- ¿Cómo, exactamente, se fijó en tí?
- Le gusto. 
La chica soltó una risíta incrédula.
- ¿Esa es tu gran arma? Mírate, eres muy guapa. Se podría decir que preciosa. Y yo sé que Nik no es ciego. Pero también sé que no te tocaría ni con la mano de otro. Él me respeta. Me quiere, jamás me engañará contigo, ni con ninguna otra. No pierdas el tiempo contándome mentiras.
Antes de que la otra pudiera decir nada más, Elinor salió corriendo de allí.
- ¿A dónde vas, ventarrón?- preguntó una voz masculina desde atrás.
- Steffan. Lo siento, pero tengo prisa.
- Creía que empezábamos a ser amigos- dijo él confundido.
- Sí, lo somos. Pero no me encuentro bien ahora.
Sin esperar respuesta salió pitando de allí.
El Salvatore menor se quedó confundido en mitad del pasillo observando como la muchacha "huía" del edificio.
No pasaron ni dos segundos cuando su amiga salió de la misma clase que la otra muchacha.
- ¿Qué ha pasado?
- Nada. No todo lo que le pasa a esa es culpa mía, ¿vale?- contestó a la defensiva.
El vampiro meneó la cabeza y prefirió no meterse. Tenía otras cosas que hacer, como secuestrar de la forma más amable posible al amigo de Ric.
El día pasó y Elinor estaba leyendo uno de los tantos libros de Elijah en el salón cuando escuchó entrar a uno de los... ¿Empleados? De Klaus. La mujer a la que llamaban Carla.
- Disculpa- la llamó.
La morena se acercó al instante y se paró frente a ella esperando una orden.
- ¿Quién eres exactamente?
- No estoy autorizada a decirlo.
- ¿De dónde vienes?
- No estoy autorizada a decirlo.
- ¿Los demás vienen del mismo sitio que tú?
- En cierto modo sí.
- ¿Si les pregunto ellos podrían contestarme?
- No están autorizados a decirlo.
- ¿Nick?
- Ya sabe la respuesta a eso. ¿Desea alguna cosa?
Elinor negó y observó cómo la otra mujer se retiraba rápidamente y de una forma increíblemente fluida. Se movía con una elegancia indescriptible. Como todos los habitantes de la casa excepto ella y sus dos acompañantes femeninas, la doctora y su amiga.
Durante los días que había pasado en la casa empezó a fijarse en pequeños detalles que, en ocasiones, la hacían pensar que se estaba volviendo loca.
Hace unos días había visto como una muchacha de su edad llevaba a rastras un árbol enorme sin ayuda; había visto a un hombre lanzarle la pelota a otro con una fuerza sobrenatural y al oponente atraparla como si nada...
Había visto cosas imposibles y no tenía explicación para ellas. Y eso la asustaba.
Y para colmo, parecía que su marido era como una especie de emperador para esas personas.
De hecho, también había observado cosas extrañas en él, como cuando lo vio desde la ventana coger a un tipo del cuello y estamparlo contra un árbol sin ningún esfuerzo o cuando estando en el jardín, aparecía al otro lado de la casa casi al instante.
Cosas que ningún humano podría hacer.
Si tan solo tuviera el valor de preguntarle directamente...

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